lunes, 13 de marzo de 2023

Práctica 2. La mirada del otro (enmascarado) #INVTICUA23


Todo empezó el 14 de marzo de 2020. El día se levantó lluvioso, como de costumbre, y eso no ayudaba mucho a mi estado de ánimo. Últimamente me sentía triste y desmotivada, sin ganas de hacer nada. No imaginaba que fuera tan difícil recuperarse de un desengaño amoroso, mucho menos del primero. Pero la vida seguía, y ahora debía centrarme en aprobar el examen de Lengua Castellana y Literatura que tenía que realizar a primera hora. Ya me quedaba poco para acabar 4º de la ESO y no podía tirar la toalla. Así que me armé de valor para levantarme de la cama y desayunar algo rápido antes de ir al instituto. Fue entonces cuando escuché de fondo en la televisión: “El Gobierno decreta el estado de alarma en todo el país para hacer frente a la expansión del coronavirus…”. Se me cerró el estómago. El miedo y la incertidumbre se apoderaron de mí. ¿Cómo iba a aguantar tanto tiempo sin salir de casa?

Lo cierto es que, durante las primeras semanas de confinamiento, pasé por muchos altibajos. Iba de un lado para otro de la casa sin encontrar una verdadera motivación que me ayudara a sobrellevar tan duro encierro. Hasta que recordé que mi madre, que es una gran lectora, tenía guardada en el garaje una caja con cientos de libros. A mí siempre me ha gustado leer, de hecho, colecciones como las de Kika Superbruja o Gerónimo Stilton marcaron mi infancia; sin embargo, desde que me regalaron el móvil, no había vuelto a coger un libro (mea culpa, lo sé). Bueno, nunca es tarde para retomar viejas costumbres. Y la verdad es que, con tanto tiempo libre, la lectura se convirtió en mi salvación.

Empecé leyendo Donde los árboles cantan, de Laura Gallego. Conocía bien a la autora, pero nunca había oído hablar de esta obra. Solo puedo decir que me encantó. Esa mezcla de fantasía, aventuras y amor era todo lo que necesitaba para olvidarme de lo que estaba pasando fuera de esas cuatro paredes. Tanto es así que, cuando lo terminé, sentí un vacío enorme que quise llenar con una de las trilogías más famosas de la valenciana, Memorias de Idhún. He de decir que la historia me atrapó desde el principio y la disfruté mucho, aunque a veces se volviera un tanto repetitiva. Eso sí, siempre he sido #Team Jack, y no admito discusiones al respecto.



Me di cuenta de que ya no podía pasar un día sin leer, por lo que continué rebuscando en el interior de esa maravillosa caja. Encontré algunos clásicos de la literatura universal, aunque fue uno en concreto el que me llamó especialmente la atención: Jane Eyre, de Charlotte Brönte. Debo confesar que me enamoré del personaje de Jane, una mujer fuerte y valiente que no se deja amedrentar por nadie y lucha por su libertad en todo momento. Es más, su relación con el señor Rochester, basada en un amor puro que no entiende de clases sociales ni de edades en pleno siglo XIX, logró cautivarme por completo. Simplemente una de mis novelas favoritas. 


Pero aún tenía una espinita clavada, quería leer algo relacionado con el género del thriller y el misterio, pues me generaba curiosidad e intriga saber cómo se resolvían los crímenes. Mi madre me recomendó La chica invisible, de Blue Jeans, y fue todo un acierto. A medida que avanzaban los capítulos, el suspense era cada vez mayor y la identidad del verdadero culpable de la muerte de Aurora se volvió una auténtica incógnita para mí. Sin duda alguna, el final me impresionó y me dejó con ganas de más (tranquilos, no haré spoilers). Ahora estoy esperando para ver la nueva serie que se va a estrenar en Disney +. Tengo las expectativas muy altas, espero no llevarme una desilusión 🙏.



A todo esto, no sé si lo había dicho antes, pero adoro las series desde mucho antes de la pandemia. Sentarme en el sofá por la noche a ver los capítulos de mis series favoritas es mi momento preferido del día, y también lo fue durante el confinamiento. La lista era muy larga, pero no puedo olvidarme de la valentía de Esther Shapiro en Unorthodox, la inteligencia de Beth en Gambito de Dama y la verdadera pasión por la docencia de Merlí. ¡Vamos, verdaderas joyitas!



Al final, estar tanto tiempo metida en casa no resultó ser tan aburrido como yo pensaba.

¡Larga vida a las series y a los libros💓!

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