¡Buenos y melodiosos días! Hoy os traigo de la mano de la Sinfónica de Galicia una pieza de música clásica: la Sinfonía Inacabada del compositor austriaco Franz Schubert.
Esta pieza musical fue bailada en el Teatro Mogador (París) por la gran bailarina de los pies desnudos: Isadora Duncan. Isadora, creadora de la danza moderna, representaba la belleza, la libertad y la juventud. La vitalidad que desprendía al danzar se vio truncada por el trágico suceso que acabó con la vida de sus hijos Patrick y Deirdre, envolviendo a la bailarina en una esfera de fragilidad y dramatismo. En palabras del escritor y poeta belga Fernand Divoire: «Desde aquel día, la vida de la Gran Bailarina no fue más que un suicidio largo, voluntario y tenaz...».
Su danzar dionisíaco y sensual llegó a conquistar hasta la misma Grecia, al bailar a los pies de la Acrópolis de Atenas.
Sobre sus funerales escribió César Vallejo en Mundial (París). El poeta, con especial delicadeza, describe la cremación de la bailarina de los pies desnudos, al mismo tiempo que suenan las sinfonías de duelo de Chopin y de Beethoven, también de Bach. El escritor, además, dialoga en su texto con Rubén Darío, quien compara a Isadora Duncan con las artes plásticas. Para el poeta nicaragüense, la bailarina es una suma de arte, filosofía y ciencia, «un cuerpo en movimiento y una escena cultural».
El homenaje que Vallejo le rinde a la Gran Bailarina se convierte así en un escrito repleto de referencias intertextuales y transdisciplinariedad. Música, danza, poesía, mitología, escultura y arquitectura se unen para dar el último adiós a Isadora Duncan, la bailarina de los pies desnudos.
Si os ha interesado esta historia y deseáis profundizar más en ella, os dejo aquí los enlaces correspondientes al texto de César Vallejo y al artículo de Gabriela Mogillansky. ¡Saludos! ☺
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